Diario La Prensa
Jueves 5 de noviembre de 1959
En el local del Centro de Informaciones de la Organizaciones de Estados Americanos, Av. De Mayo 760, se efectuó ayer por la tarde un debate de mesa redonda acerca del “Hombre en el Espacio”, organizado por la Asociación Argentina Interplanetaria con el concurso de representantes de la Sociedad Argentina de Investigaciones Terapéuticas.
Participaron del debate los doctores Aldo Armando Cocca, Juan Antonio Tabanera, Ramón Scayuzzo, Otto A. Botto, Carlos R. Puga y Lorenzo Galatto, y los ingenieros Teófilo Tabanera, Ricardo Dyrgalla y Eric Pollack.
El miedo, principal enemigo
Después de ser presentados los participantes por el Dr. Cocca, el ingeniero Teófilo Tabanera explicó que el debate se encararía tomando como modelo los problemas que presenta un viaje de 24 horas en torno a la Tierra, a una altura de 200 kilómetros, de acuerdo con el espacio cerrado del vehículo previsto en el proyecto norteamericano denominado Mercurio.
Explicó que permitirá viajar a un hombre sentado en la cabeza de un cono, el que al partir tendrá el torso y la cabeza paralelos a la superficie terrestre, y los pies y las caderas perpendiculares a ella.
Agregó que el cono está previsto de tres retrocohetes –dos en la parte posterior y uno en la delantera- que podrán ser accionados para regresar a la tierra tanto por el viajero como por los operadores de la base terrestre. Al regresar a la Tierra el vehículo será frenado por un doble sistema de paracaídas a los 7.000 metros y a los 3.000 un segundo sistema de artefactos similares disminuirá su velocidad a la que lleva un paracaidista corriente.
Preguntó el ingeniero Tabanera al doctor Juan Antonio Tabanera si de acuerdo con los conocimientos médicos puede un hombre soportar estas condiciones de vuelo, a lo que el consultado respondió que, “aparte de los reflejos que producirán la aceleración y desaceleración, el principal impedimento para cualquier viaje será, sin lugar a dudas,el miedo.
“El miedo –agregó- es el principal enemigo del viajero del espacio, y por ello lo que hay que vencer es el problema de las comunicaciones con la Tierra”.
Del ingeniero Pollack
El ingeniero Pollack, técnico en comunicaciones, manifestó que la comunicación con la Tierra no presenta dificultades para distancias cortas, pues es necesaria una potencia de apenas 3 décimas de voltio para llegar con una onda de 3 centímetros hasta la Luna y que tal transmisión no requiere, para ir y regresar, más de 2 segundos. Agregó que en el caso de distancias mayores, la ayuda emocional que puede presentar la voz humana para el viajero espacial es ínfima pues en la distancia como la que separa la Tierra de Marte, la comunicación demoraría 9 minutos y hasta Plutón se extendería a 10 horas, transformándose en consecuencia, en inoperante como medio de ayuda en caso de dificultad.
El doctor Tabanera señaló entonces que para los viajes espaciales será necesario “seleccionar personas muy particulares, casi ermitaños, de gran cultura".
Problemas biológicos y adaptación vital
Los doctores Puga, Botto y Galatto sostuvieron a su turno que será necesario alcanzar una adaptación del hombre a las nuevas condiciones de vida.
El doctor Puga afirmó que habrá que elegir a los hombres psicológicamente más aptos y no tanto los físicamente dispuestos y que el aprendizaje de movimientos en zonas en donde desaparece el peso –que ya se logra experimentar por breves segundos- es una de las dificultades más serias.
Por su parte el doctor Botto afirmó que la historia biológica muestra las mutaciones de la especie humana y de la diferencia esencial entre el hombre de las cavernas y el hombre contemporáneo, por lo cual no sería desechable la suposición de que nuevas condiciones vitales determinan la aparición de otras características humanas.
Asimismo el doctor Galatto adujo que los problemas de alimentación y respiración son muy serios y que estos últimos han sido resuelto, en tanto los primeros no han hallado vías de aplicación en la astronáutica. Afirmó que los desechos de las funciones renales y estomacales deberán ser transformados en alimentos debido a que se procura disminuir en el máximo posible el peso de los objetos que se transporten. “Aunque ello parezca extraordinario, estudios en este sentido se realizan en los Estados Unidos”, afirmó.
Amuleto espacial
Posteriormente el doctor Scayuzzo afirmó que el problema alimentario puede resolverse mediante el ayuno, ya que prácticas contemporáneas demuestran que es posible prescindir de alimentos durante períodos de 10 a 57 días.
Por último volviendo sobre el tema de la seguridad psicológica, durante el vuelo, el doctor Tabanera manifestó que el control de su regreso a la Tierra dará al viajero una vía de escape de su angustia solitaria. “El botón por medio del cual podrá determinar su vuelta al planeta madre será algo así como un amuleto de seguridad, un amuleto del espacio que lo defenderá contra la inseguridad mental en que se encuentra".
Por último el ingeniero Tabanera al cerrar el debate manifestó que tal vez las dificultades del vuelo, desde el punto de vista médico, no sean tan serias si se piensa que Líndbergh cruzó el océano en un momento en que ni siquiera se pensaba en la posibilidad de los adelantos científicos contemporáneos. “Tal vez se trata de una pasta humana especial o del simple hecho que la trasposición del objeto a la totalidad de la vida del viajero anula el miedo y otras dificultades”.