19/4/09

VOLVER AL ESPACIO

Buenos Aires, 7 de noviembre de 2008
*Ing. Pablo Gabriel de León

Ayer, en el Círculo Aeronáutico de la ciudad de Bs. As, el Ing. Pablo de León presentó su libro “Historia de la Actividad Espacial en la Argentina”; donde hace un recorrido desde los comienzos de la actividad aeronáutico- espacial hasta 1980. Actualmente dirige el Laboratorio de Trajes Espaciales, es investigador y docente en la Universidad de North Dakota en EE.UU. En dicho acto se lo distinguió como de Miembro Honorario de la Orden Académica Newberiana y la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, declaró de interés parlamentario su labor por el aporte a la ciencia y tecnología a nivel mundial.

Un grupo de personas se reúnen en un amplio salón para homenajear al Ing Pablo Gabriel de León. Un hombre de 44 años, oriundo de Cañuelas, quien fue el primer argentino y el segundo latinoamericano que -en 1997- voló en gravedad cero, en un avión especial de la NASA. Diseñó trajes espaciales para misiones a Marte y fue el Director del Proyecto Paquete Argentino de Experimentos -siete ensayos argentinos que volaron al espacio a bordo de un trasbordador de la NASA- con resultados importantes.

En nuestro país, el Ing. De León, es fundador y presidente de la Asociación Argentina de Tecnología Espacial y Presidente de la Comisión de Asuntos Espaciales en el Consejo Profesional de Ingeniería Aeronáutica y Espacial. Estuvo a cargo de las tratativas de lanzamiento del satélite educativo argentino Pehuensat-1, realizado por la Universidad de Comahue, puesto en órbita desde la India en enero de 2007. Y organiza de forma bienal el Congreso Argentino de Tecnología Espacial.

El Dr. Oscar Fernández Brital, miembro Fundador del Instituto Newberiano, hizo el prólogo y presentó el libro: “Este libro habla del origen de la actividad espacial en la Argentina, escrito por un argentino que vive en el exterior (EE.UU.) pero no se olvida de sus orígenes ni de su tierra” y continuó, “Actividad que hoy es de primordial importancia en nuestra vida cotidiana por sus aplicaciones prácticas y de futuro”.

El libro, de lenguaje simple y claro, contiene 263 páginas. Se observan gráficos, fotografías, trabajos de gran valor en la materia como es el caso del Ing. Tabanera entre otras grandes figuras.
De León hace un especial agradecimiento a su esposa, Ana María, por su paciencia ya que durante diez años estuvo apoyando a este libro, empleando para ello vacaciones y fines de semana.

Explica: “En principio yo tenía la intención de ser un lector de un libro que alguien más hubiera escrito sobre la historia espacial en la Argentina. Después de buscar durante años, me di cuenta que no existía. Me llamó mucho la atención porque es una actividad que había sido tan importante en la Argentina, en donde habíamos sido pioneros; no solamente en Latinoamérica, también en el mundo. Cómo puede ser que no existiera un libro”.

Un recorrido por la historia espacial
El libro empieza con los comienzos de la cohetería. El caso más interesante fue la creación del Centro de estudios Astronómicos Volanzan (1932). Creado por Ezio Matarazzo (el hijo de fabricantes de pastas) quien estudiaba en ese momento en la UBA y con un grupo de amigos deciden hacer investigaciones astronómicas. Ese grupo terminó poco tiempo después de su fundación. Pero tuvieron un boletín y contactos con las primeras asociaciones astronáuticas del mundo como la de alemana. De este modo la Argentina se inicia en el estudio del espacio.

Un pionero en la investigación espacial fue el Ing. Teófilo Tabanera quien escribe un artículo en una revista de Mendoza, titulado “La Luna nos espera”, en 1930. Explicando la posibilidad de alcanzar nuestro satélite natural. En su momento fue bastante ridiculizado pero treinta y nueve años más tarde llega el primer hombre a la Luna. Una de sus obras más destacadas es “Astronáutica”, un conjunto de apuntes claros que explican los principios matemáticos del vuelo espacial.

En 1949, el Tabanera junto con otros estudiosos, forma la Sociedad Argentina Interplanetaria (SAI). Esta sociedad publica boletines y logra alcanzar mil socios.
Seis años más tarde se hace la Primera Exposición Sudamericana de Astronáutica, en la Casa de la Provincia de Mendoza que prestó sus instalaciones. Se expusieron grandes maquetas de satélites y tuvo reconocido éxito.
No se puede dejar de nombrar sus aportes -como miembro y luego vicepresidente- de la Federación Internacional de Astronáutica, organismo que continúa hoy con la publicación de libros, dictando cursos e integrado por diferentes profesionales con el objetivo de acercarse más al espacio.

En cuanto a los motores hay que mencionar la labor del ingeniero polaco Ryszard (Ricardo) Dyrgalla, que tras terminar la Segunda Guerra Mundial decidió residir en nuestro país y trabajar en el Instituto Aerotécnico de Córdoba. Trabajó con técnicas de propulsión líquida. Surge, de esta manera, un vehículo con alas llamado “Tábano” que se lanzaría desde un avión.

Se quiso llegar cada vez más lejos. Como dijo el Dr. Fernández Brital en la presentación de este libro, “la actividad aeronáutica y espacial marchan siempre conjuntas y paralelas, no en vano hay que pasar por el espacio aéreo para ir al espacio exterior”.

Nace el Derecho Espacial y se destaca como pionero el Dr. Aldo Armando Cocca cuyos aportes luego fueron plasmados en tratados internacionales sobre el espacio exterior que hoy rigen en todo el mundo.

“EL Dr. Cocca, explica De León, es el argentino más reconocido en esta disciplina. Sentó las bases del Derecho Espacial. Hoy, en congresos internacionales, él es recordado con conceptos como el “Espacio Patrimonio Común de la Humanidad”, incluyendo a la Luna y otros cuerpos celestes.
Con todo el respeto que le merezco a Galileo Galilei, creo que el Planetario debería llamarse Dr. Cocca ya que fue uno de sus ideólogos”.

En los ´60, Ing. Tabanera y el Brig. Gral. Ángel María Zuloaga convencen al presidente Frondizi a crear la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales como primer organismo sudamericano gubernamental.

Más tarde aparece el Instituto de Investigaciones Aeronáuticas y Espaciales (INADE), que se mantiene hasta nuestros días. Señala en su libro de León que se analizaban “a los problemas legales respecto a la altura de navegación aérea y espacial, la propiedad de objetos espaciales, el estatus de posibles tripulantes de una nave espacial, los daños por los objetos artificiales caídos a la tierra, entre otros que se convertirán en el problema seminal del derecho espacial”…”la Argentina se convertiría en un país clave en el establecimiento del derecho espacial, con el desarrollo de la doctrina, sin precedentes en el mundo, todo gracias a un solo hombre, Aldo Armando Cocca”.

Se fabricaron cohetes argentinos preparados para llegar a la alta atmósfera, como por ejemplo el Alfa Centauro que se lanzó, en 1961, desde una propiedad privada en las sierras de Córdoba y alcanzó unos 20 Km. de altura.“El encendido del cohete se hacía desde un puesto de lanzamiento a través de un panel de control eléctrico. La torre de lanzamiento era una rampa tubular que contenía el cohete en los primeros metros de trayectoria”, cuenta De León en su libro.

La Argentina nuevamente se destacó como pionera en lanzamientos en las Zonas Frías como la Antártida . También se hacían lanzamientos en Mar Chiquita, La Rioja y en diferentes puntos del país. Se realizaron convenios con la NASA, se lanzaban cohetes extranjeros en nuestro territorio y cohetes argentinos eran lanzados en Estados Unidos.

Las experiencias biológicas desde 1963 y cuatro años más tarde se hizo el lanzamiento del ratón Belisario y más tarde viajó el mono Juan (se los puede ver en sus cápsulas en el Museo Universitario de Tecnología Aeroespacial (MUTA), de Córdoba. Era el tercer país en el mundo que hacía este tipo de experiencias.

La presentación del libro culmina con la explicación de que se realizaron varias investigaciones más y la promesa de la publicación de un segundo tomo. Indica que hoy, países como Brasil, nos han pasado en lo referente a programas espaciales cuando hace treinta años éramos los argentinos quienes enseñábamos a los demás países.
El Ing. De León alienta a que los jóvenes tomen la antorcha y con la certeza de contar con la total colaboración y apoyo de los grandes maestros en esta materia interesados en prolongar el interés y estudio por lo espacial.

* Foto adquirida en Google, imágenes:
http://www.cielosur.org/imagenes/pablo-deleon.jpg



Por María de las Victorias Cocca y Esquivel
Periodista

Curriculum Viate Breve del Dr. Aldo Armando Cocca

Nació en Córdoba Capital, el 4 de septiembre de 1924. Embajador, Abogado, Profesor Universitario: dictó clases en los cuatro continentes. Investigador, escritor (ha publicado alrededor de 500 artículos y varios libros). Fue Secretario del Cultura de la Municipalidad de Bs. As (1958 a 1961). Fundador de la Casa de la Cultura de Córdoba.

Sus escritos sobre Derecho Espacial comenzaron en 1947, fecha en que fundó y presidió el Instituto Argentino de Derecho Aeronáutico y Radioeléctrico, que resultó primero en el mundo en investigar el derecho a las comunicaciones y del espacio. Autor de la primera tesis en derecho Espacial, en la Universidad de Buenos Aires, 1953. Presentó una síntesis de los principios del Derecho Espacial en el V Congreso Internacional de Astronáutica, Innsbruck, 1954, que se incorporaron a los tratados posteriores y un trabajo sobre la cuarta dimensión jurídica (el derecho de la humanidad). El nuevo método para el estudio del derecho espacial fue un trabajo presentado en el VII Congreso, Roma, 1956. En 1957, publicó su libro “Teoría del derecho Interplanetario”.

Es Dr. en Derecho y Cs. Sociales. Dr. Honoris Causa. Profesor Honoris Causa. Presidente Honorario de La Asociación Interamericana de Profesores de Derecho (Washington), por haber inaugurado la enseñanza de Derecho Espacial en las naciones de América. Ofreció el primer curso de Derecho Espacial en la Argentina, en diciembre de 1957, publicado por la Universidad Nacional del Litoral al año siguiente.
En 1963, en el VI Coloquio Internacional de Derecho del Espacio, en la UNESCO, fue anunciado por el presidente del coloquio, el Primer Nobel Renè Bassin. En 1965, en Atenas, el Premio Mundial en Derecho del Espacio. En 1987, en Washington, Premio Hemisferio Occidental en Derecho del Espacio en las Telecomunicaciones.

En 1965 ingresó a la Academia Internacional de Astronáutica y es Director del Inst. Internacional de Derecho del Espacio desde 1963. Es vicepresidente de la Federación Internacional de Astronáutica, y Presidente de su Comité de Relaciones Exteriores. Se incorporó a la Comisión del Espacio de las Naciones Unidas, primero como Ministro y luego como Embajador, donde se desempeñó 15 años. En 1965, inició su labor en la UNESCO. En ese mismo año también fue presidente del Grupo Espacial de Trabajo en Telecomunicaciones del Instituto Internacional de Derecho del Espacio, donde presentó anualmente un informe sobre los Problemas Legales de las Telecomunicaciones por satélites, hasta 1969. En 1965, entregó a INTELSAT (Washington) un memorandum con los enunciados a incorporar en el Acuerdo definitivo y luego recogidos en el texto final. Integró el grupo internacional de expertos de derecho a comunicarse (1973 a 1982). En 1983 publicó el primer libro sobre el tema “El Derecho a Comunicarse”.

Se desempeñó como experto en las Naciones Unidas, en la UNESCO, la UIT, y la Oficina Intergubernamental para la Informática. En las Naciones Unidas presentó las “XII Tablas sobre Radiodifusión Directa Mediante Satélite”, y un proyecto de acuerdo internacional, cuyos principios internacionales fueron recogidos en las Res. 37/92 de la Asamblea General. La Comisión Internacional del Estudio de los Problemas de las Comunicaciones de la UNESCO editó su trabajo: El Derecho del Hombre a Comunicarse. Fundamentos Jurídicos. La Unión Internacional de Telecomunicaciones, en ocasión de TELECOM 87- Simposio Jurídico, publicó “La Condición Humana en las Comunicaciones” (1987). Fue presidente (1969-71) de los Tribunales Internacionales del INTELSAT, Washington, primera corte espacial. Fue el creador del concepto jurídico “Patrimonio Común de la Humanidad”.